Así es como lo llama un buen amigo y cazador, a estas jornadas tras las pequeñas africanas por tierras de Leon. Despues de muchos, y ansiados días esperando estas fechas, por fin el día 15 se abrío el telón con las primeras luces del día. El olor del rastrojo, la fina brisa del amanecer y el frescor de los campos, hacen de este tipo de caza un verdadero placer para cazador y perros.
El campo, todavia con la paja en el rastrojo, fue generoso, y nos brindo buenos lances y una densidad aceptable de codorniz, que hubo que buscar una vez bien entrada la mañana en sitios con más cobertura vegetal. Por la tarde el calor fue el protagonista, teniendo que acudir con frecuencia a los numerosos puntos de agua para mantener a los perros en las mejores condiciones posibles. Aun así pudimos disfrutar de buenos lances inmersos en el amarillo crepuscular de la meseta.. una gozada¡¡
